Esta terapia (D.I.P) se inicia desde las primeras visitas a la consulta y se atiende el emergente que les trajo hasta nosotros.
Todos vienen con un montón de agravios acumulados, que impiden la comunicación y el desahogo emocional necesario para encontrar algo de paz y poder hablar. Se tratan especialmente esos agravios de ambos, usando la Escucha Activa y la Empatía para conseguir un buen rapport con cada uno de ellos, algunas técnicas más nos ayudarán…
Se van induciendo de modo “natural y oportuno” conceptos aplicados a su caso, como el concepto de “corresponsabilidad” de la pareja, el concepto de “intencionalidad”, el concepto de “condición humana”, etc. a lo largo de la conversación que entablan paciente y terapeuta. Esto da lugar a un punto de vista diferente de su situación y de ayuda a madurar ese Perdón…
Llegados a este punto, la pareja desea el perdón, no quieren destruir lo construido en sus años de vida conyugal, son conscientes de sus errores, miran de modo más positivo al otro, conocen que el amor siempre perdona si es amor de verdad, y sobre todo comprenden que no somos perfectos y tenemos derecho a equivocarnos, pero obligación a corregirnos, tenemos derecho a nuestra individualidad y, por tanto, obligación de respetar las diferencias de cada uno. Es por eso que tenemos derecho a una segunda oportunidad y no se nos concede por un fallo humano propio de nuestra condición. A todos nos gustaría, llegado el caso, que nos dieran esa segunda oportunidad y eso es lo que consigue el PERDÓN: la oportunidad de ser mejor persona; de aprender de mis errores, de no repetir el error; de compensar al otro con cariño por el daño que le hice; a reconocer cómo le afectó mi acción y el dolor que me provoca saberlo.
Y ¿Qué es perdon? Es dar algo grande gratuitamente. Es saldar la cuenta por el dolor ocasionado.
El perdón nos libera. El que perdona acepta la disposición para cambiar y corregirse, así como el arrepentimiento que muestra el otro.
El perdón no se otorga desde la arrogancia de sentirse mejor persona que el otro, porque si todos somos imperfectos, nos puede ocurrir a cualquiera. Es trabajar el valor de la Humildad (ver Valores Conyugales).
En cuanto a la Responsabilidad, (ver Valores Conyugales) ya han entendido en las primeras sesiones que la pareja es “corresponsable” de todo lo que ocurre en su matrimonio porque ambos se retroalimentan en su interacción, es decir, hay un efecto de acción-reacción en el binomio de la pareja. Cuando se llega a agravios “mayores” como la infidelidad, se puede rastrear cómo fue la vida anterior de ese matrimonio y ver que la relación fue deteriorándose mucho antes y ambos estaban implicados. La infidelidad se presenta como el punto final de una situación desastrosa en la que ambos han sufrido y son a la vez víctimas y verdugos (Autocrítica). No significa poner al mismo nivel a la víctima con su agresor, pero sí ver que ambos han ido recorriendo el mismo camino que termina ahí.
Es gran momento el de la reconciliación, ambos, normalmente, están muy emocionados. Se les orienta a que sellen su perdón con un abrazo y si les gusta, que hagan una celebración, porque hoy empiezan de nuevo.
Para los terapeutas, hacer de testigos de este perdón, también es muy satisfactorio. Puede que queden “flecos”, como la recuperación de la confianza, pero se puede decir, llegados aquí, que todo va ya por buen camino.